Dejé la luz a un lado, y en el borde
de la revuelta cama me senté,
mudo, sombrío, la pupila inmóvil
clavada en la pared.
¿Qué tiempo estuve así? No sé; al dejarme
la embriaguez horrible de dolor,
expiraba la luz y en mis balcones
reía el sol.
Ni sé tampoco en tan terribles horas
en qué pensaba o qué pasó por mí;
sólo recuerdo que lloré y maldije
y que en aquella noche envejecí.
Gustavo Adolfo Bécquer
Gustavo Adolfo Bécquer
1 comentario:
En este momento, por lo menos, lo primordial sería dejar de ser esta molestia, esta piedrita en el zapato de algunos...
Lo otro... no creo que se solucione...
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