lunes, 30 de abril de 2012


Las campanas sonaron al caer las 6 de la tarde. En ese instante me sentí desorientada, abrumada tal como un salvaje. Un escalofrío se pasea a través del vacío, el resto se disgrega. Suena otra melodía.
El cúmulo de contratiempos de los días hábiles se hallan en su mayor estado de erupción caótica los domingos.

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