Siento la enfermedad en el aire que se halla rabioso, sofocado. Caminando a través del espacio entre próceres del ilustrado ególatra que sublevan al desigual, a la pieza amorfa del ajedrez. No soy peón, ni reina, ni un caballo galopando salvaje en la selva. No soy.
Y lo categórico y jerárquico del sexo y lo siniestro del humano me tiene repodrida putrefacta.
Soy gusanos carcomiéndose entre sí.
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