
Es un placer caminar por las calles en la madrugada mientras el silencio recorre los pasillos que se forman entre las veredas.
Luces amarillas refractadas en la acera, árboles que danzan en la oscuridad. Aire chocando contra la piel, aire helado que se inserta en éste ser cansado.
No comprendo el miedo colectivo que se tiene por la noche. No comprendo cómo ignoran que realmente el peligro existe en las horas pico del día; peligro humanoide defecado por prejuicios, peligro contaminante proveniente de vehículos... Peligro de olvidar quién eras, qué buscabas, qué pretendías cuando saliste de tu casa.
Menos mal que el encanto de la noche sólo es apreciado por unos pocos sino ¿en qué momento
uno podría disfrutar de la serenidad que delinea, a veces, a una ciudad...?
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