
“Y supuesto que dijéramos ‘sí’ a un único instante, con ello hemos dicho ‘sí’ no sólo a nosotros mismos, sino a toda existencia. Pues nada está aislado en sí, ni en nosotros mismos ni en las cosas: y si nuestra alma no ha temblado y resonado de felicidad, como una cuerda, sino una sola vez, para ello fueron necesarias todas las eternidades, para condicionar ese acaecer único – y toda eternidad fue aceptada, liberada, justificada y afirmada en aquel instante único de nuestro ‘sí’”
No hay comentarios:
Publicar un comentario